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domingo, 7 de octubre de 2007

Creó que he aquí, el origen de mi fortaleza, el encontrarme con ése lugar, no otro, fue allí donde forjé mi fe incondicional, mi fortaleza ante el sufrimiento, mi saber aceptar que tal vez no esté en esta vida mi felicidad, sino en la próxima...
Que la paciencia es necesaria y es cimiento de altas montañas...
Que la fortaleza es lo único que nos queda cuando ya se nos han ido hasta las ganas...
Que si sufro, padezco algún dolor, tanto del alma como lo es la depresión, Dios sabe por qué me hace pasar por éso...
Yo lo acepto y espero, mas en él confío ciegamente.
Porque Dios es la fuente de la fortaleza interna que me nutre, que corre como el agua por el rio, así como la sangre en mis venas... es de la que me alimento cuando el pan escasea, es la que me sostiene en pie cuando el cansancio y el abatimiento agobian y parecen hacernos desistir.
Yo sigo en pie, porque la Virgen me ha prometido hacer realidad mis sueños y uno a uno los he logrado y con orgullo le digo: " Gracias Madre Mía, por ser feliz, por sufrir, porque en ambos momentos he aprendido a estar más junto a Dios, mi fe, mi esperanza de la vida del alma, mi paciencia en las circunstancias y mi sencillez, han forjado en mí la persona que soñé ser. Gracias Madre María, en quién hoy descasan mis pedidos ocultos en mi ser y alma, a quién no puedo siquiera pedirle nada porque antes de pedir me lo cumple, y veo en ella el comienzo de mi gran fuerza espiritual y fortaleza interna que descansan en mi fe en Dios, en los Santos, en la Virgen, en los milagros, en las estrellas y en los ángeles...

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